Rumanía:
el arte de guardar secretos

Imagina una magnífica colección de postales, imagina un paseo por el tiempo, imagina una Europa auténtica y diferente. En tu imaginación aparecerá Rumanía.

Un país que suena a leyenda.

Los picos majestuosos de los Cárpatos, los castillos de Transilvania y el recorrido sereno del Danubio… Rumanía es una caja de sorpresas que sabe a leyenda.

Una caja que parece mágica. O algo parecido a lo mágico es lo que sientes en la magnífica región de Bucovina, donde emergen los monasterios pintados, que son una de las joyas más singulares de Europa: iglesias ortodoxas cubiertas de frescos de vivos colores tanto en su interior como en sus muros exteriores.

En Transilvania, bosques espesos y pueblos de atmósfera sajona compiten en belleza con sus castillos. Y no solo en belleza, también en construcción de mitos (recuerda que aquí está el Castillo de Bran, sí el de Drácula).

Es fácil encontrar en esa caja mágica lugares para enamorarse, como Sibiu o Brașov con sus calles empedradas y sus casas coloridas que invitan a un relajado paseo en un lugar donde el tiempo parece ir más despacio.

El lazo de la caja.

Lo primero que vemos siempre al llegar a Rumanía es su capital Bucarest, donde entre una energía vibrante descubrimos interesantes muestras de historia y modernidad. Una ciudad con amplios bulevares, zonas llenas de encantadores cafés y un edificio imponente como es el Palacio del Parlamento. Bucarest, la llamada “París del este” es la puerta de entrada perfecta a un país que guarda tesoros allá por donde vas.

Rumanía es todo un descubrimiento. Un país para recorrer sin prisa, escuchando sus leyendas y degustando sus sabores. Un destino que sorprende desde el primer paso.