Hungría:
seducción ¿inesperada?

Hungría, el país magiar, seduce por muchas razones. Y tiene sentido. Sobre todo si observamos que la palabra “magiar” se parece y mucho a “magia” Por algo será. 

Es imposible no enamorarse de Budapest, llamada “la perla del Danubio”. Magia, perlas…Expectativas altas que no defraudan. Una paseo nocturno por el Puente de las Cadenas, un relajante baño en la aguas termales de Szécheny, detenerse a observar desde la otra orilla el imponente Parlamento de Hungría.

La capital es un tesoro arquitectónico con joyas romanas, medievales, neoclásicas y art nouveau. 

Aunque cueste salir de una ciudad tan bella, debemos hacerlo. Debemos conocer el lago Balatón o las cuevas de Aggtelek. 

Y luego disfrutar de los tesoros históricos de Hungría. Por ejemplo la ciudad de Eger, su arquitectura barroca, su castillo medieval o sus baños turcos.

En Pécs, Patriomonio de la Humanidad, visitaremos su necrópolis paleocristiana y su Basílica de San Pedro. 

En Hungría alimentamos nuestra pasión por la naturaleza, la arquitectura, la historia y el arte pero cuando llega el momento de alimentar nuestro cuerpo estaremos de suerte. La gastronomía húngara es excelente. Y una cata de vinos en una bodega de Villány, Badascsony o Tokaj será el lazo a un hermoso viaje. Y efectivamente, un viaje  seductor, un viaje mágico.