Azerbaiyán:
la tierra del fuego

Carácter, es un país con carácter. Tan singular ubicación ha conferido a este lugar de un carácter diferenciado y tremendamente atractivo.

Asia Central ha sido enclave de múltiples culturas y pueblos. Sus tierras siempre se impregnan de rasgos de cada una de ellas. Azerbaiyán es, en ese sentido, un país privilegiado. Turcos, iranís, caucásicos y rusos han sido y son vecinos con derecho a impregnar personalidad.

Riqueza cultural y también riqueza de la otra. En 1870 descubrieron el fuego eterno en sus entrañas. Inmensas cantidades de petróleo que han contribuido a su prosperidad.

Sigamos hablando de riqueza. Baku, la capital, tiene un casco antiguo con arquitectura del siglo XII que está protegido por la Unesco. Alrededor, edificios impresionantes y audaces cuya punta de lanza son el Centro Cultural Heydar Aliyev, de la arquitecta Zaha Hadid, y las Flame Towers -los tres rascacielos más icónicos de la ciudad- donde por cierto te reservaremos alojamiento.

Más riqueza: arqueológica. En Gobustán se halla un conjunto excepcional de más de 6000 petroglifos además de arte rupestre y vestigios de sus edificaciones.

Riqueza pintoresca. Sheki, una de las ciudades de la ruta de la seda, tiene fama de ser la más bella del país. Está ubicada entre verdes montañas. Junto a ese verde destacan los mil y un colores de las fachadas de sus casas y las riquezas del palacio del Khan.

Riqueza natural. Azerbaiyán tiene montañas que sobrepasan los 2300 metros de altura.

En ellas hay hermosas poblaciones donde disfrutar de paseos relajantes.

Aunque no todo tiene porqué ser contemplativo. También puedes entrar en la apasionante tarea del regateo comprando una alfombra en Guba, lugar donde se crean algunas de las más bellas del mundo.

Gabala, Shamakhi, Mazara, Lahij… Nombres que suenan ricamente misteriosos. Todos ellos pertenecen a lugares indiscutiblemente interesantes.

Azerbaiyán sorprende.