Bélgica:
el arte de vivir con elegancia

Ciudades con un encanto sobresaliente, castillos medievales, escenarios para la memoria serena de la Gran Guerra, arte… Bélgica es un país más interesante de lo que piensas.

Bélgica tiene más encantos ocultos de lo que muchos creen. Sus ciudades son joyas arquitectónicas de calles empedradas que parece querer contar mil y una historias. 

Abrimos el joyero belga empezando por Bruselas, la capital Europea con la espectacular Grand Place y sus reflejos dorados. Junto a un espacio tan histórico convive armónicamente el arte urbano, la creatividad y la alta cocina.

Volvemos al joyero para contemplar Gante y Brujas. La primera vibrante y cultural. Sus canales le dan una bella imagen de romanticismo que acentúa aún más su vida nocturna bohemia. Brujas es como una postal. Puentes que parecen hechos para pintarlos más que para transitarlos.

Si de joyas hablamos, el epicentro debería ser Amberes, la capital mundial de los diamantes y que podría ser también del diseño y el lujo. Una ciudad que se debate entre su espíritu elegante y su otro yo vanguardista.

Ahora sacaremos del joyero la joya más deliciosa: el chocolate. Este y la cerveza son pasiones ancestrales que se disfrutan en cada rincón del país.

Salimos del joyero de las ciudades y llegamos, por ejemplo, a las Ardenas: colinas y bosques frondosos, castillos medievales, senderos serpenteantes… Algunos de ellos llenos de historia y ecos de pasadas guerras.

Un icono, el Atomium; un personaje, Magritte; un arte, el cómic.  

Entre palacios, canales, arte y sabores, esta tierra se convierte en un refugio de lujo para los sentidos.