Madagascar:
el paraíso que nunca acaba

Dosis de realismo: es imposible conocer Madagascar en un solo viaje. Segunda dosis de realismo: cualquier lugar de Madagascar es fascinante.

Señales el lugar en el mapa que señales, Madagascar tiene algo especial que mostrar, algo de lo que enamorarse, algo de lo que disfrutar como en pocos destinos.

Sus paisajes son únicos. Es imposible no quedarse prendado del tono rojizo de su suelo, de las siluetas de los baobabs y de sus fértiles terrazas de arrozales.

Es lógico que un paisaje tan bello haya sido elegido por tantos animales para habitarlo. 200.000 especies distintas viven en Madagascar. Y no, no nos hemos equivocado. Son 200.000. Se dice pronto pero se cuentan tarde. Porque todavía se están encontrando especies desconocidas. Solo en los últimos diez años, 615.

Entre ellas, los simpáticos lemures, los agresivos fosas o los tranquilos cebús, tan importantes para la población malgache que incluso su silueta está presente en la enseña nacional. La lista, como decimos, es interminable, pero vale la pena mencionar los camaleones, geckos o las ranas tomate, con su rojo casi imposible.

Entre la inmensidad de su costa, más de 5000 kilómetros, se encuentran aguas paradisiacas. Es prácticamente imposible escoger una pero nuestra obligación es sugerirte lo mejor y lo mejor es la reserva de la biosfera de Nosy Antafana.

Madagascar presume también de su bahía de Diego Suárez, donde Daniel Defoe situó a Robinson Crusoe; del Parque Natural de Isalo con sus cascadas, cañones y piscinas naturales; del Parque Natural Anja con su fauna sorprendente; o de la isla de Santa María, territorio de antiguos piratas y ahora de buscadores de paraísos.

Incluso Madagascar puede ser destino para la solidaridad. Desde Ferrer & Saret organizamos una experiencia solidaria con la ONG Yamuna que trabaja para la protección de la infancia y la inserción de la mujer.

Madagascar es el viaje de una vida.