Una capital llena de encanto
Es imposible no enamorarse de Tiflis. Parece tenerlo todo y además muy concentrado. Iglesias ortodoxas conviven con mezquitas y sinagogas. Fortalezas de siglos parecen custodiar sus famosos baños de azufre. Edificios vanguardistas también tienen su espacio junto a otros neoclásicos. Todo compite con todo acabar ofreciendo un resultado incomparable.
Docenas de miradores panorámicos
La orografía de la capital georgiana ofrece un regalo a los visitantes: una multitud de lugares donde contemplar la ciudad y sus múltiples cúpulas.
Tal vez, el mejor de los miradores es el de la fortaleza Narikala a la que se accede en funicular. Desde allí la vista es asombrosa. Recomendamos hacer la bajada paseando, bien por el jardín botánico o bien por un sendero con escaleras salpicado de pequeñas iglesias.
Los famosos balcones de Tiflis
Si hay algo particularmente singular en Tiflis, además de sus construcciones religiosas, son los balcones. La arquitectura de la ciudad está marcada por estructuras de madera que de dan carácter y una indudable fotogenia.
Una experiencia curiosa
Un barrio muy céntrico de la ciudad tiene, una junto a otra, antiguas instalaciones dedicadas a los baños. Concretamente a los baños de azufre. Los georgianos los toman como experiencia de bienestar y social. Para nosotros una sorprendente actividad difícil de repetir en otro lugar.
Para acabar este rápido repaso por la singularidad de Tiflis es obligado mencionar su exquisita gastronomía. (Las comidas familiares son todo un acontecimiento en el país, un país completamente abierto y hospitalario). La oferta de restaurantes deliciosos y también tremendamente acogedores es interminable.
Rafa B