Sudáfrica:
bestial

Juegos de palabras a parte, la fauna salvaje en Sudáfrica es incomparable con ningún otro lugar. Pero a parte de fauna el país es bestialmente atractivo. 

Dos leonas caminan tranquilamente al atardecer y tú estás cerca, muy cerca. Miras a tu alrededor y el paisaje conmueve por su belleza. Una belleza salvaje, una belleza bestial. 

En sus safaris verás elefantes, rinocerontes blancos y negros, leones, leopardos, ballenas, guepardos, jirafas, cebras, pingüinos y, como no, el springbock, el símbolo nacional sudafricano. 

El Parque Kruger es el más conocido pero también hay excelentes safaris en el humedal de iSimangaliso, en la reserva Madikwe, en Hluhluwe-Imfolozi o en Kgalagadi, en pleno desierto de Kalahari.

Sudáfrica…Parques naturales, reservas, playas tranquilas y… Estrellas.

Hay que hacerlo: desplazarse al atardecer al desierto montañoso de Cederberg y ahí contemplar la Vía Láctea como nunca antes, entre arcos caprichosos de roca. La luminosidad es única.

Recorrer la Wild Coast por senderos tranquilos es acceder a acantilados y playas donde ver ballenas y delfines en un mar turquesa.

La región de Drakensberg invita a conocer los yacimientos rupestres de los bosquimanos o aldeas zulús enmarcadas en uno de los paisajes más bellos de Sudáfrica y que es Patrimonio Mundial de la Unesco. 

Y Ciudad del Cabo, con una belleza incuestionable y una historia conmovedora. Un teleférico sube hasta Table Mountain para tener una vista incomparable. En la ciudad, playas, bodegas, restaurantes de primera línea mundial y barrios vanguardistas. Pero también de allí sale el ferry que va a la isla de Robben donde estaba ubicada la prisión para presos políticos del apartheid y donde Nelson Mandela estuvo retenido 18 años. Una visita dura pero necesaria para comprender el país y el mundo. Y para pensar una vez más que es un país bestial.