Myanmar:
el último secreto de Oriente

Desde el golfo de Bengala hasta el interior de la jungla, Myanmar es pura exhibición en todos y cada uno de los centímetros de su ruta.

Sin rodeos.

La mejor forma de descubrir/visitar/conocer/disfrutar/admirar Myanmar y de asombrarse/ deleitarse/enamorarse/fascinarse con Myanmar es remontando el río Ayeyarwady en el lujoso crucero Belmond “Road to Mandalay”.

Hay otras formas de conocer el país pero ninguna como ese relajante viaje río arriba replicando el que hacían los vapores de la Compañía Británica de las Indias Orientales en su ruta comercial más fascinante.

El Ayeyarwady, con sus 2000 kilómetros de longitud, es un escenario donde están presentes miles de pagodas budistas, bosques de bambú, arrozales de postal, mercados étnicos y puestas de sol inolvidables. El barco es el palco más privilegiado para contemplarlo todo.

Myanmar esconde secretos únicos como el pueblo Padaung con sus mujeres jirafa. O la ciudad de Mandalay que es pura magia. O la belleza del lago Inle. O la fisonomía inequívoca del monte Popa. O la solemnidad del santuario Mahamuni. O, o, o…. ¡Hay tantos secretos por descubrir!

Con rodeos.

También podemos olvidar unos días el sofisticado glamour del barco y sustituirlo por acogedoras mansiones coloniales o suites en palafitos de madera. Y es que en Myanmar el lujo se experimenta de muchas maneras.

¿Tomamos un globo y sobrevolamos las pagodas de Bagan?

¿O nos instalamos en un lujoso hotel en una de las 800 islas Mergui para disfrutar de un auténtico paraíso virgen en las mejores playas de Asia?

¿Accedemos al impresionante Monte Popa a través de sus 777 escalones tallados en la roca para acceder al monasterio budista Taung Kalat?

¿O tomamos un té con sus gentes? El pueblo birmano es amable y alegre. Seguro que vuelves del país contagiado de esa alegría. ¿Cómo consiguen contagiárnosla? Es otro de los secretos de Oriente.