Rusia:
mil enigmas bajo cúpulas doradas

Dimensiones colosales, pero no solo en kilómetros. La historia y la naturaleza de Rusia también son enormes.

Un viaje a Rusia es adentrarse en un universo de contrastes. Contrastes en su arquitectura, contrastes en sus gentes, contrastes en sus costumbres…

Es fácil evocar en Rusia el esplendor de la época zarista cuando nos acercamos a sus palacios imperiales.

Es fácil sentir emociones profundas al pasear por la Plaza Roja de Moscú. El Kremlin, la Catedral de San Basilio o la fastuosa presencia del metro nos hacen entender que la capital es una ciudad no solo vibrante, sino majestuosa.

Es fácil entender una Rusia más íntima y espiritual al visitar sus monasterios antiguos y sus pueblos coronados por cúpulas doradas

Es fácil sucumbir a la elegancia de San Petesburgo con sus palacios que rivalizan con Versalles y con su deslumbrante Hermitage.

Es fácil sentir la magia de las noches blancas en verano, dotando de un romanticismo extremo a las ciudades más septentrionales.

Y cuando sales de las ciudades descubres una naturaleza única y extrema. El Lago Baikal, con sus aguas transparentes, o los géiseres y volcanes de Kamchatka son solo algunas de las ofertas de naturaleza de este enigmático país.

El caviar, el ballet, el frío, el vodka, el carácter adusto de los rusos… Son tópicos que sin buscar vas a encontrar pero vas a hallar tantas otras cosas…

No es fácil tomar la decisión de viajar a Rusia, pero cuando se toma descubres la Rusia que habías imaginado y también la que no.

Rusia, un país lleno de misterios bajo sus cúpulas coloridas y doradas.